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¡Basta de complicidad!

Por: Viviana Yanguma 


 

Creo firmemente en el poder de la palabra y de la narración para visibilizar, movilizar y llamar al cambio. Soy consciente de la necesidad de hablar y me emociona que existan tantas formas de hacerlo,tantas que es imposible que las impidan todas.
 

Por eso quiero entregar este poema, dedicado a la única madre de Soacha que aún no sabe nada de su hijo, a las madres que el conflicto armado solo les dejo un hueso para enterrar a al amor más grande de su vida. Va dedicado a todas aquellas mujeres que tuvieron que ver cómo la violencia les  arrebató a sus esposos y padres, dejando una herida incurable en el alma. Va dedicado a las familias que vieron caer a sus hijos en las garras del narcotráfico, las bandas criminales y la delincuencia común en un país en el que pareciera que aquellos que están abanderados para protegernos son quienes primero nos destruyen como sociedad y como personas y pocos se atreven a cuestionarlos.
 

Este poema va para todos nosotros, para que nos involucremos con el otro y seamos conscientes de que el valor de una sociedad está en el trabajo conjunto y constante para materializar utopías. No podemos desligarnos del dolor ajeno porque su causa puede ser la nuestra.
 

¡Basta de complicidad!
Calla, no digas nada.

deja que el viento hable,
que susurre  a cuantas mejillas le ha arrebatado lágrimas,
que grite cuánta sangre ha impulsado a correr,

que lleve consigo el lamento de aquella mujer que ha su hijo vio desaparecer.

 

Calla, no digas nada.

deja que la lluvia relate como se ha unido al llanto de aquellos cuya mejor arma fue el miedo.

deja que la luna persiga al cobarde que creyó ser dueño de ella

y que su luz sea testigo indeleble de la más valiente de las huidas.

 

Calla no digas nada.

deja que el sol señale la mente débil de quién con llamas incineró su corazón sombrío,

deja que la tierra engendré los recuerdos de las cenizas y traiga con sigo otra vida

y que en ella se siembren historias y broten nombres que no expiran.  

 

Calla, si quieres callar.

Pero siente a la noche que acompaña los pensamientos de quienes se negaron a dormir,

mira la estrella que titila a ritmo de la angustia de quien se cuestiona a sí misma para poder resurgir,

escucha al árbol que decidió en silencio ganar su peor batalla, para después en sus frutos escribir de ella.

 

Calla, si quieres callar.

Pero yo voy a hablar, a gritar, a cantar, a ESCRIBIR  

voy a ser el árbol, la noche, la luna, el sol, la lluvia, la estrella…

Voy a negarme rotundamente a olvidar y a callar

voy a  ser el otro y a viajar por el mundo con sus ojos para contar con mis manos lo que veo

Y sobretodo, voy a pedirte que no calles, habla de la manera en que quieras, pero habla, porque la omisión te hace cómplice.

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