Microhistorias habladas
A continuación puede leer la transcripción de cortos relatos inspirados en un lista de palabras, aparentemente, inconexas, pero que dieron lugar a una serie de microhistorias habladas que se atrevieron a crear y narrar 9 estudiantes de Comunicación Social-Periodismo en vivo, sin borradores, esquemas o revisiones, solo palabras brotando como lo hacen en la cotidianidad. Recordándonos que el acto de hablar es aquel que nos permite intercambiar ideas, seducir, preguntar, incomodar, agredir, aludir, confrontar, defender, amar, nos permiten relacionarnos de las maneras más básicas y complejas posibles y pocas veces reivindicamos esta importancia.
Se para frente al espejo y se aplica pestañina, lleva así, aplicandose pestañina más de 20 años. Esperando, quizá, que algún día suenen los pies, como sonaban los pies de su hijo antes de timbrar. Sueña también que algún día, su hijo le diga de nuevo ¡Mamá! ¿Por qué te pintas tanto?. Y solo piensa, mejor poca pestañina y mucha resistencia.
Cuando vas por las calles, cuando buscas una dirección, cuando necesitas algo, cuando no sabes lo que quieres buscar, pero encuentras lo que necesitas. Ahí están tus pupilas, tan libres para encontrar a alguien, tan libres para siempre necesitar algo. Así son tus pupilas buscan lo que menos esperan y se encuentran de alguna manera.
Todos los días Juan va al trabajo pero siempre olvida algo: su maletín. En el lleva todo el trabajo que duro haciendo toda la noche, llega donde su jefe, le explica. El jefe le dice que eso no le sirve, que necesita el trabajo ya, Juan se devuelve a la casa, suda demasiado, piensa en dónde dejó el maletín. Tal vez Juan lo perdió, ¿lo dejo en la casa de su novia? no se acuerda. Llama a la novia y le pregunta ¿Jessica, deje el maletín en tu casa? ella responde no, no seas tan olvidadizo, eso no lo dejaste acá. Juan estaba nervioso y cada vez sudaba más, no sabía cómo entregarle el trabajo a su jefe. Hasta que lo llama un amigo y le dice Juan el maletín está acá en mi casa, él va corriendo hasta la casa del amigo, recoge el maletín y vuelve a dormir.
¡Sshhh! Silencio, ni siquiera el sol se ha despertado, son las cinco de la mañana y aquella mujer con el cabello plateado se acercó a mi cama y me arrulla con su voz. Buenos días corazón es hora de despertar, mi cuerpo no se mueve, mi respiración va más rápida. Un movimiento más, otro empujón hacia mí. Ella intenta despertarme, me habla. Buenos días corazón, insiste. Una mañana más, pasan minutos, pasan las horas y aún continuó dormido. Aquella mujer que desde hace 365 días, intenta hacerlo, no se da por vencida, mientras yo sigo en un sueño profundo.
Fue en el mes de enero, Salomón consiguió un empleo. Un empleo que estaba esperando por mucho tiempo, estaba muy feliz. Cuando llegó a su primer día de trabajo vio a una persona que le recordó momentos sufridos en el pasado. Él iba convencido que esta vez su trabajo, simplemente, iba a ser un espacio profesional pero pasó el tiempo y los lazos afectivos no dieron espera y llegó el momento en que él olvidó, perdió su memoria y hasta su ombligo, perdió su horizonte y volvió a caer en el amor.
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Camino por las calles, por las que a la gente se le ha olvidado sonreír. Al caminar me doy cuenta que muchos se han olvidado de la grandeza de lo que es el perdonar. Caminando me doy cuenta que todo es gris, las personas deambulan y deambulan pero muchos lo hacen con sufrimiento y guardan rencor, mi país se desangra y la gente no reconoce el perdón y es sumisa ante su propio sufrimiento...Doña Martha una madre de un pueblo cualquiera del país, no sabe qué hacer con su sufrimiento. A su hijo, de apenas cinco años, una bomba se lo arrebató de los brazos y don Fernando fue víctima de un vendaval de balas que irrumpió en la tranquilidad de su casa, pero hay algo que los ha fortalecido y llevado a progresar, se trata del perdón. Y nadie muestra los dientes, todos andan sumidos en la tristeza y solo cuando aprendamos a perdonar, a demostrar que nuestra sonrisa puede ser más grande que el sufrimiento, lograremos ser una mejor sociedad y cambiar muchas cosas de nuestro país.
Ocurrió recientemente, un cambio en mi garganta, pero no me refiero al cambio esperado sino al inesperado. Pensé en quedarme sin voz, sin mi instrumento de trabajo, sin la que tanto amo cuando me escucho pero en realidad me quede sin un pedacito de mi cuerpo que no extraño, porque lo leí desde la ciencia, la posibilidad de entenderlo con mi razón y ahora me siento bien, me siento tranquila y en busca de la felicidad.
Han pasado cinco años, cinco años desde que el amor más puro de su vida se fue, los cinco años más largos de su existencia y aún no se explica porque lo hizo si en casa lo tenía todo. Su hija lo era todo para ella, era lo único que tenía en su vida y decidió prostituirse, no tenia porque hacerlo, no tenía porqué llegar a ese punto pero ella aún la espera, espera sentada en su sofá. Quiere que llegue ese momento en el que la reconciliación venga de la mano de su hija y todo sea mejor.
Nuestra vida está marcado por días grises y días de colores . Día a día nos levantamos con la esperanza de salir de la monotonía de huir de esa rutina que nos ahoga a diario. Sentimos que se van nuestras vidas con el más mínimo problema, debemos poner por delante las virtudes que tenemos cada uno de nosotros, este es el sentido de la resiliencia, salir adelante sin importar las adversidades y quemar…. Nuestras rodillas muestran las historia de lo que hemos vivido, ellas son aquellas que soportan nuestras caídas y aquellas testigo de los momentos en los que nos levantamos y superar dichos problemas.