CANTANDO QUIERO DECIRTE...
Por: Laura Cano
Relatar desde la música, contar los sentires a través de acordes y letras, esa es la apuesta de este grupo de habitantes de Santa Cecilia y Estados Unidos, corregimientos del departamento del Cesar.
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Estos lugares guardan en su memoria dos fechas: el 18 y el 28 de enero del 2000, respectivamente, cuando integrantes del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia llegaron a sus territorios causando muerte, desplazamiento, desesperanza, tristeza y otras consecuencias que desde las palabras de este lado son imposibles plasmar.
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“Mataron a mi esposo y a dos hijos, destruyendo mi vida y mi hogar. Y ahora me preguntan los niños: ‘oye mamá, ¿dónde está papá?’, y a mí me duele decirle que él ha partido pa’ la eternidad”.
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El conflicto de nuestro país debe dejar de pensarse a través de cifras o hechos cuantificables. La voz de las victimas dejan ver cómo hay hechos que por medio de números o de relatos oficiales no cuentan los sentires de quienes vivieron los hechos.
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“Pero hoy el cerro este mismo cerro, neblina o góngora es todo igual, me hizo acordar de mis amigos viejos que ya están muertos y me hizo llorar”.
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La música como vínculo entre quien la escucha y quien la canta, es el tipo de relato que en esta época debemos legitimar. La música como verdad, como la verdad de quien quiere por medio de ella contar su historia.
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El arte que en esta época es una herramienta de reparación. La música que conserva la memoria de millones de colombianos, de sus tierras, hijos, madres, padres, hermanos, familiares, amigos, conocidos, de sus espacios. La música que llega a nosotros, que hace que a pesar de la distancia nos podamos unir en una historia, que la podamos sentir. La música que viene a decirnos tanto.
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“Cuándo podré regresar, volverme a reencontrar con los de ese caserío y volverme a bañar en las aguas claras de ese hermoso río”.